Los monjes dieron a la Iglesia un
contingente de misioneros para la conversión de Europa. Pero no solamente
predicaban los evangelios, sino que rellenaban pantanos, fundaban escuelas,
experimentaban con nuevas técnicas agrícolas y construían monasterios
alrededor de los cuales crecían ciudades pequeñas como la de York o grandes
como la de París.
En los “scriptoriums” (el término
monástico equivalente a bibliotecas de investigación), escribieron copias
perdurables de los libros griegos y romanos, conservando esta herencia del
saber para todos nosotros. Hicieron todo esto convencidos de que el Espíritu
de Dios era la civilización del mundo. (…)
Eran microcosmos en los que los hombres
y mujeres allí reunidos se entregaban al trabajo y la oración. En un mundo
bárbaro, fueron los que preservaron la cultura clásica para los siglos
venideros. (…)
Personas que voluntariamente han abandonado
la sociedad para retirarse a meditar y orar en soledad, son los ermitaños y
anacoretas, con ellos comenzó la vida monacal. En algunos casos, prefirieron
agruparse en pequeñas comunidades en las que trataron de alcanzar estos
mismos objetivos; de esta manera surgieron los monasterios, pequeños
microcosmos autosuficientes, que se regían por sus propias reglas.
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Historia de la Cultura
domingo, 18 de junio de 2017
Los monasterios, constructores de civilización.(Introducción)
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